Hace seis años que se cruzaron nuestros caminos y cada día que me encuentro con Irene sigue sorprendiéndome su calidad humana, la magia que desprende y la energía con que transmite cada pensamiento o acción. Ha escrito cinco libros, y los dos últimos «Nunca es demasiado tarde, Princesa» y “Como el Sol para las flores” son un rotundo éxito.
Desde hace años dedica su tiempo a colaborar con diferentes fundaciones y entidades de carácter social y ha puesto en marcha la suya propia http://www.fundacionirenevilla.org
“Volvi a nacer gracias al amor de los demás“
No entiendo otra forma de vida que vivir volcado en los demás, ya que precisamente volví a nacer gracias al amor y solidaridad de miles de personas.
Así comienza la web de su fundación, donde tiene programados proyectos deportivos, talleres y eventos con el fin de contagiar entusiasmo y ganas de vivir para mejorar las relaciones, cicatrizar heridas y contribuir a ese soñado mundo mejor.
El primer proyecto solidario de inserción laboral que puso en marcha, con Down Asturias y Alarde, fue un éxito muy dulce, rodeado de magia, amor y generosidad. Elaboraron entre todos, una Flor Dulce de Navidad, un bollo relleno de cacahuetes con miel, pasas y decorado con compota de manzana.
Comiendo en casa con Irene Villa nos lleva a descubrir que cuando tiene tiempo para cocinar para los suyos, que es más bien escaso, le encanta hacer Tiramisú como este que veis en la imagen.
Lo prepara con una sencilla y rápida receta. Lo primero es preparar café, con un vaso es suficiente, más o menos fuerte según el gusto o descafeinado. Para darle un toque se puede echar en el café un chorrito de algún licor (según el día Irene le pone ron, crema de orujo o licor de avellanas). Para preparar la crema necesitamos huevos, azúcar y por supuesto queso mascarpone. Mezcla primero las yemas con el azúcar y el mascarpone, tiene que quedar sin grumos. Posteriormente añade las claras batidas a punto de nieve. En un molde se coloca una capa de bizcochos (le gustan los que llevan huevo y son más duros) y se empapan en café (no mucho porque serán la base). A continuación se pone una capa de la crema que cubra los bizcochos (mínimo de medio centímetro de espesor). Ponemos otra capa de bizcochos esta vez bien empapados en café. Los cubrimos nuevamente con la crema y espolvoreamos generosamente con cacao puro en polvo. Unas 6 horas en nevera y ya tenemos listo el tiramisú de Irene para disfrutar.
Con su sonrisa y esta frase suya, nos vemos en el próximo número. “Nadie debe privarse de disfrutar el gran regalo que es vivir”