Allí, en Jaraíz de la Vera, Capital Mundial del Pimentón, nació el 14 de octubre de 1986 Emilio Martín. Con tan solo 7 años tuvo su primer contacto con la cocina, en un restaurante de su pueblo llamado Crisón. Su padre y su madre trabajaban en el campo, y en su molino de pimentón de la Vera, por lo que él quedaba al cuidado de su tío Antonio que trabajaba en el restaurante. Emilio se quedaba en la cocina sentado en una silla, observando, con la mayor atención, como la cocinera elaboraba esos guisos, platos y aromas, que aun recuerda. Nunca se le olvidará aquella parrilla redonda, enorme, con un pilar central, donde se elaboraban cabritos o cochinillos. Hasta los 14 años estuvo aprendiendo y ayudando en cocina y sala. Acabados los estudios de selectividad se fue a vivir a Valladolid, para estudiar la carrera de ingeniería informática. Durante los 4 años de carrera y hasta que la terminó, en 2009, compaginó los estudios trabajando en la hostelería vallisoletana, como en el Sotabanco, el pub de los Erasmus, propiedad de dos socios; Charlie y Fran. En 2010 Charlie y Fran junto a Emilio y David abren una cafetería en la zona de Parquesol, llamada Déjate Besar, donde elaboraban tapas y raciones, de las que se encargaba Emilio. En 2011 en plena crisis económica, encuentra un local en el 22 de la calle Fray Luis de León, y junto a su amigo Fran deciden abrir un nuevo y singular proyecto gastronómico, Suite 22. Un espacio diferente, buscando un concepto de restauración donde no hubiese prisas y se disfrutase de cada momento, con un servicio y cocina muy especial y cercano.
Alimenta su pasión por la cocina devorando todos los libros que encuentra en librerías y los que le regalan, además de realizar diferentes cursos de cocina, desarrollando sus habilidades culinarias. Su formación autodidacta le lleva a la premisa de ofrecer algo diferente, que se saliese de lo normal. Junto a su jefe de cocina, David, que al año de abrir se marchó a Brasil, y del que aprendió técnicas y elaboraciones, diseñan diferentes propuestas gastronómicas que van enamorando a los clientes, como el risotto de boletus, plato estrella de la casa. El trato casi familiar con el cliente centra su cocina de producto en Suite 22. Como él mismo comenta; “la carta de cada temporada la han ido diseñando los clientes testando las pruebas que elaboramos, de ahí la estrecha relación con el cliente”.
Su espíritu competitivo, pero sano, le hace disfrutar de los campeonatos de pinchos y tapas de Valladolid. Es muy querido y reconocido por los profesionales del sector. Empezaron participando en el primer concurso de pinchos en 2012, y desde ese año han participado todos los años. Para Emilio, “es el momento mas bonito del año, te mides a tus compañeros y sacas tu cocina a la calle, unidad y diversión con los colegas, generando valor al sector y posicionando gastronómicamente a Valladolid”.
En 2013 ganó el pincho de bronce, en 2014 el premio por votación popular, en 2016 mejor postre, y por fin en 2019 “Pincho de Oro” y “Mejor Pincho sin Gluten”. Además, también en 2019, Suite 22, ha sido reconocido como “Mejor Restaurante de Valladolid” por la Academia de Gastronomía de Valladolid. Este año, 2020 ha llegado con un gran reconocimiento, un Sol Repsol para su restaurante Suite 22. Estos reconocimientos profesionales, junto a la llegada, en noviembre del año pasado, de su hijo Alejandro, le hacen sentirse inmensamente feliz. Cuando se retire, aunque lo ve muy improbable, le gustaría que fuese en una finca con su tierra para cultivar, en su pueblo, y cocinando para los suyos.